Hace 30 años, en el comienzo de la década del ’80 y mientras me encontraba en pleno proceso de mi formación profesional, en mis vacaciones de verano tenía muy claro que quería trabajar en algo que me permitiese adquirir algo de dinero y al mismo tiempo que sea un trabajo de mi gusto, el resultado: fui seleccionado como Guardaparque del Parque Nacional Torres del Paine solo por la temporada de los meses de Enero, Febrero y Marzo. Después de instruirme en los menesteres de la labores propias de un guardaparque de esa época, en la guardería Pehoe y en la rustica “casita con ruedas” del ingreso por Laguna Amarga, pagando el noviciado en muchas cosas que hoy en día son contadas como anécdotas, divertidas algunas y tragicómicas otras. Lo que recuerdo y que resalta en el tiempo el valor de este artículo es en un periodo que me correspondió hacerme cargo de la Guardería Lago Grey en la que experimente la vida en la naturaleza prácticamente unos 20 días sin contacto con persona alguna, excepto los regulares vuelos de líneas aéreas que cruzaban el cielo en determinados horarios. El destino posteriormente y ya profesional en el ámbito educacional gastaba mi tiempo libre en desarrollar labores turísticas acompañando grupos que visitaban las maravillas naturales del Parque y el acceso frecuente al sector del Grey era recurrente y me proporcionaba una satisfacción especial al recordar mis experiencias allí, el haber compartido en algún momento la gentileza de “Pochongo” un lugareño muy particular que escondía en sus ojos la misma historia de la Patagonia furtiva y salvaje. Ya en esa época visualizaba los componentes en la formación de las personas que acompañaba al Parque como el desarrollo del conocimiento propio en estas actividades a través de la Ecología de la Recreación, una visión dirigida a la educación, el estudio de los ecosistemas y entre medio una serie de elementos que hacían divertida la actividad y muy sana por lo demás. Hace poco mas de una semana me correspondió efectuar en conjunto con personal de la Dirección de Programas Antárticos y Subantarticos una visita inspectiva al área del Glaciar Grey, en un viaje relámpago de casi 30 horas en cuyo trayecto y de amanecida fuimos testigo de la presencia silenciosa de un Puma hembra con su cachorro en las inmediaciones del Puente del Río Grey, la emoción nos embargaba y bajo un intenso frío y con algunas precipitaciones de nieves intermitentes accedimos al Lago Grey en una hora de navegación hasta las instalaciones del Refugio Grey, con un Glaciar bastante más retirado que de aquellos tiempos de “guardaparque”, pero la misma naturaleza salvaje en la que se respira que el tiempo del Jurásico se manifiesta aún en sus vestigios circundantes, al mismo tiempo sentía que estaba a las puertas del sueño de muchos y en especial de aquellos que gustan de estar en contacto con la naturaleza escuchando a científicos y educadores que acompañan a sus dirigidos haciendo lo imposible de aproximarlos y transportarlos a tiempos arcaicos y milenarios y efectuar una sinapsis generacional de modo que nuestra cultura en la Patagonia no se vaya diluyendo como aquellos hielos que cada vez están más quisquillosos de mantenerse vivos y vistosos en sus lenguas lacustres.
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