Suspendido el viaje a la campaña Antártica 2012 -2013 por parte de la DPA, me puse al servicio de mi Plan B para salir a terreno, la tarea pendiente desde septiembre pasado estaba centrada en la exploración al área del Volcán Reclus, específicamente para verificar en terreno la presencia de tefra volcánica de reciente actividad del Volcán y así comprobar o descartar la hipótesis del posible responsable de los últimos movimientos telúricos ocurridos en Puerto Natales y en la localidad argentina de Calafate. Un par de reuniones lideradas por el Gobernador de la provincia de Ultima Esperanza Sr. Max Salas, se nos unía para el apoyo dentro de sus posibilidades la ONEMI regional dirigida por el Sr. Cristian Gallardo y con la esperanza de tener todo el apoyo de la Tercera Zona Naval la que nos proporcionaría la posibilidad de aproximarnos al sector en alguna unidad apostada en Puerto Natales. Sin mediar previo aviso, recibo un llamado telefónico y con la disposición inmediata de embarcarse en la L.S.G “Puerto Natales” comandada por Arturo Aninat Gonzalez. De madrugada los motores ruidosos impulsan la quilla entre sinuosos canales de un amanecer gris, luego de ocho horas ingresábamos lentamente en el Fiordo Amalia, y enfrentando el Glaciar homónimo que en cartas náuticas figura como Glaciar Skua. Ya embarcados en un Zodiac nos encontramos en un laberinto de trozos de hielo que dificultaban el aproximarnos a la costa, una mar tranquila pero con mucha habilidad, nuestros “marinos” maniobraban sigilosamente nuestra pequeña embarcación. Ya en tierra, el sagrado compromiso de la fecha y hora del retorno en una semana mas. La emoción, la incertidumbre y sentimientos de logro nos embargaba, el Ingeniero Erling Jhonson y el estudiante de Pedagogía Rodrigo Pérez ,dábamos en conjunto los primeros pasos de un lugar que solo habíamos monitoreado en fotografías e imágenes satelitales, una revisión minuciosa del sector revisando peligros potenciales, seleccionar nuestro sitio de campamento, en el intertanto, el ambiente era invadido de estruendosos sonidos que retumbaban con eco entre las paredes rocosas del final del fiordo. Casi con algo de temor veíamos como los derrumbes de hielo del mismo glaciar eran muy intensos y repetitivos casi minuto a minuto…”es lo normal”…comentamos. Porteamos nuestras cosas, armamos el campamento y a medida que pasaban las horas nos sobresaltábamos de tanta actividad explosiva del Glaciar lo que nos hizo retractarnos de que era algo “normal”. En los próximos días ya acostumbrados a la estruendosa sinfonía de los hielos, nos abocamos a nuestras tareas: en primer lugar a seleccionar los sitios ideales en donde posicionar un par de GPS geodésicos que durante varias horas tomaban datos para ser analizados posteriormente via imágenes satelitales y monitorear lo que se pueda producir en el futuro en el área a través de movimientos de cualquier sector que pudiese estar asociado a la actividad volcánica propiamente tal. La toma de muestras de agua, hielo, arena y sedimentos rocosos permitirán posteriormente ante un minucioso análisis químico en el extranjero, labor que le corresponde al Dr. Pedro Cid, demorara un resto de tiempo, pero serán esos informes los que cierren un capitulo en la que se confirmarán las posibles implicancias del Mítico Volcán Reclus que en conjunto con otra elevación cercana denominado Cerro Mimi, conforman este complejo. Por el momento y de acuerdo a nuestras observaciones del sector en un amplio rango de espacio, que bajo diferentes condiciones nos avocamos a explorar podemos decir que el área está tranquila, sin emanaciones de ningún tipo, solo destacar que el Glaciar Amalia aún continua en una vorágine de su retiro natural de manera drástica, el que históricamente y en conjunto con el Glaciar O’Higgins, son los más activos en su frente con grandes pérdidas de masas de hielo, provenientes del Gran Campo de Hielo Patagónico Sur.
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