La conquista de Chile por España comenzó por la cordillera de los Andes y a una altura que se aproxima a la del Mont Blanc considerado la elevación mayor, el Techo de Europa. En marzo de 1536 un español de las filas de Diego de Almagro, alcanzó por primera vez tierra chilena al cruzar la cordillera por algún paso de 4.700 metros de altura. Ese paso hoy día se conoce como Paso de San Francisco, que ostenta una placa conmemorativa por el descubridor de Chile. CHIRI, “el Frío” así llamaban los Incas a esta tierra que para los españoles la intención de esa toponimia nunca debió ser tan patente como cuando se realizó el cruce de aquel paso en que muchas penurias de la altura y el frío reinante tuvieron que soportar.
Son muchas las historias y acontecimientos que fueron delineando nuestra geografía en gran parte de sus descubrimientos. Quizás los nombres quedan en el olvido y por poca atención y descanso ante el rigor de los ambientes de nuestra tierra sólo hacían ocupar los tiempos para sobrevivir y alcanzar los objetivos propuestos. Lo que sí ha quedado en la memoria y en las leyendas y algunos escritos son aquellos oficios que sí permitieron que en su afán del desarrollo y búsqueda de la comodidad ante la vida económica y fructífera permitieron conocer esta loca y maravillosa tierra de múltiples matices, colores y paisajes. Algunos de ellos y comenzando a referirnos en aquellos primeros que mencionamos en la apertura de este artículo, fueron los “Conquistadores” quienes con el entusiasmo de buscar riquezas, fama y gloria entre sus pares a lo cual con éxitos en sus alforjas podían encontrar un posicionamiento social en su propia patria y un bienestar ganado por el sacrificio y el esfuerzo. Otro oficio que permitió el conocimiento a través de la exploración fue a la vez y poco reconocida la del “Minero”, este ha sido una de las figuras más recias de la historia de todos los Andes, un acucioso investigador de la superficie y las entrañas de la Tierra. “El Arriero” o “Baqueano” y muchas veces en la misma función un “contrabandista” conocedor de pasos y valles que a menudo como un campesino vive recorriendo diversos lugares para mantener su sustento. Finalmente la imagen del “Científico”, en sus comienzos desde Europa vino el culto a la ciencia que desde mediados del Siglo XIX se apoderó del mundo Occidental. Se creía y aún persiste así que se debía buscar una explicación positiva a todo fenómeno y esta explicación se obtiene de la investigación de los fenómenos mismos. Mientras Ud. lee este artículo, me encuentro apoyando la labor de investigadores y científicos que apoyados por la creciente tecnología nos permite buscar respuestas a corto plazo de algún espacio natural de nuestra región, inquietos por acumular datos, reunir muestras y posteriormente darse el tiempo para el estudio y el análisis de temas tan recurrentes como el monitoreo ambiental de zonas englaciadas como aquellas que se encuentran en los campos de hielo de nuestra Patagonia. Precisamente en los márgenes de hielo del Nunatak del Glaciar Grey, se buscará las mejores posiciones para captar las señales de una dinámica del propio Glaciar Grey el que de una manera satelital entregará información que con el tiempo podrá conformar una base de datos interesante acerca de la vitalidad por decirlo de alguna manera de uno de los glaciares más emblemáticos en la Patagonia Austral.
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