La Antártica demoró millones de años en ser lo que hoy es, con transformaciones geológicas extraordinarias que significó en una deriva hacia el sur y siendo atrapada por ende en el frío más extremo que la hace una placa continental aprisionada por su hielo firme y contundente, que de no existir lo más probable que el continente continúe en su tránsito. De manera curiosa quienes optan por visitar las maravillas del continente blanco se encuentran con dificultades propias de las complejidades logísticas que ello implica, haciendo honor al tiempo tanto en su transformación como en su posición geográfica actual. Los medios de transportes esperan silentes en sus lugares fijos tanto en los puertos como en los aeropuertos. La Antártica y sus dificultades son maravillas a entender y dejar que ella misma contribuya al desarrollo de la tolerancia y paciencia que se requiere para estar en plena disposición para su ingreso, sea para profesionales que conforman equipos logísticos, de mantención y reparación, investigadores y científicos. Mientras escribo esta columna estoy viviendo la intranquilidad de que en cualquier momento se avise que podemos salir hacia el territorio de la magnifica presencia Antártica. Nuestro equipo conformado por personal de la Umag y especialmente de Gaia-Antártica de la misma casa de estudios, esperan ya varios días que nuestros colaboradores y principales socios estratégicos para este programa, Aerolíneas Dap nos comuniquen que están en condiciones de ingresar al continente blanco.
El Tratado Antártico, contempla dentro de su articulado, el uso del medio aéreo; primero con fines pacíficos, después para la observación aérea por parte de los observadores de las partes tratantes; y además considera informar a las otras partes tratantes por adelantado, sobre toda expedición a la Antártica y dentro de ella en que participen sus navíos o aeronaves, y sobre todas las expediciones a la Antártica que se organicen o partan de su territorio. Por otro lado, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), es el organismo que recomienda o regula las responsabilidades y obligaciones a los Estados respecto de la seguridad en las operaciones aéreas, incluyendo los procedimientos que deben aplicar las tripulaciones que vuelan en cualquier parte del mundo, incluyendo la Antártica. Por lo anterior, Chile a través de la Autoridad Aeronáutica representada por la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), regula y controla el tráfico aéreo que opera desde Punta Arenas hacia el Aeródromo Teniente Marsh, en Base Aérea Presidente Eduardo Frei M de la Fuerza Aérea de Chile en la isla Rey Jorge y viceversa, como asimismo, coordina cualquier sobrevuelo, cruce o aterrizaje de otras aeronaves que no provengan de algún aeródromo ubicado en territorio chileno o que requieran asesoría para dirigirse a otro Aeródromo ubicado en el continente antártico, a objeto de brindar seguridad en su aeronavegación y permitir aterrizaje seguro en su lugar de destino. En el ámbito de Búsqueda y Salvamento Aéreo, el Estado de Chile se encuentra suscrito al Sistema de Rastreo Satelital COSPAS-SARSAT, cuya cobertura cubre Chile continental y el territorio antártico, lo que permite detectar electrónicamente cualquier tipo de baliza de emergencia que se active, detectar su posición y alertar el sistema SAR.
De ahí la rigurosidad en la que la palabra ultima no la tienen los operadores logísticos sino el ambiente antártico que los obliga a cumplir con las normativas establecidas a nivel internacional.
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